31 julio, 2009

Orquesta Sinfónica Penitenciaria

Experiencia única en el mundo, el proyecto de la Orquesta Sinfónica Penitenciaria intenta reinsertar a los internos venezolanos a través de la música. (Fuente: El Universal)


El proyecto Red de Orquestas Sinfónicas Penitenciarias fue creado en 2004 con el propósito de minimizar los niveles de violencia dentro de las cárceles y facilitar el proceso de reinserción social de los reclusos mediante el aprendizaje, la práctica y el disfrute de la música.

El proyecto es desarrollado por la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia, bajo el financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo.


Actualmente, el programa se está implementando en el Instituto Nacional de Orientación Femenina, el Centro Penitenciario de la Región Andina, el Centro Penitenciario de Occidente y en el Centro Penitenciario Mínima de Carabobo. Se prevé que un 40% de la población penitenciaria de estas cárceles reciba educación musical a través del programa, el cual, paulatinamente, será implementado en otros centros penitenciarios del país.

El proyecto es coordinado por Lenin Mora, quien se dedicó a recorrer las cárceles de Venezuela para conocer las necesidades de los internos. Para este abogado egresado de la Universidad Santa María, con diplomado en Derecho Internacional Humanitario, maestría en criminalística y músico cornista de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, la clave era encontrar una nueva manera de impulsar la educación.

Para la formación de las agrupaciones se realizó una convocatoria y se aceptaron a todos los que acudieron. La única condición era no tener antecedentes de agresión a funcionarios dentro del penal. Los internos fueron entrevistados para conocer su temperamento, carácter y morfología, y, basados en esta información, se decidió qué instrumento se les asignaría. La inmensa mayoría jamás había visto de cerca un instrumento musical, pero tres meses más tarde ya tocaban el himno nacional y otras piezas de cierta complejidad.

Los primeros conciertos se ofrecieron a otros presos. Esto animó a muchos de los que se encontraban entre el público a inscribirse en las orquestas. En un año, en cada cárcel donde el programa ha sido implementado, se han presentado más de 20 conciertos para la población penal y sus familiares. Las Orquestas Sinfónicas Penitenciarias también se ha presentado el Teatro Teresa Carreño, en dos ocasiones, siempre rodeados de guardias nacionales que los custodian desde la balconada y a ambos lados del escenario.

Víctor Villasmil, un interno de 24 años de edad del Centro Penitenciario de la Región Andina y miembro de las Orquestas Sinfónicas Penitenciarias, declaró con entusiasmo: “Tengo diez meses en la orquesta sinfónica, desde que se inició. Yo soñaba con este día del concierto, con estar en el Teatro Teresa Carreño y tocar (…) La flauta me ha ayudado a dejar las drogas, he cambiado completamente”.

Henry Dávila, un ex-miembro de la orquesta, ingresó a la nómina de trabajadores de la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, una vez que obtuvo su libertad. Al respecto, dijo sentirse muy orgulloso de ser un ejemplo para los internos del

“Antes de esto, mi música era el reguetón”, relata Irma González, una vendedora ambulante que cumple una condena de seis años por robo. Ahora toca el contrabajo y cuenta que su momento de mayor orgullo fue cuando sus cuatro hijos (de 9, 10, 13 y 14 años) fueron a verla tocar. Luego refiere: “Cuando me aplaudieron, finalmente me sentí útil en esta vida”. Como otras reclusas que participan en el proyecto, espera reducir su condena tocando en la orquesta, debido a que los jueces pueden considerarlo equivalente a horas de estudio. (Fuente: FESNOJIV)

Otros datos

Unirse a esta orquesta no sólo ofrece a los reclusos una ocupación útil, una manera grata de pasar sus horas y al mismo tiempo superarse en una disciplina tan exigente como la música, sino que además les da la oportunidad de viajar, de salir del penal: realizan dos eventos a escala nacional al año y dos a escala regional. Y no menos importante: por cada 24 horas de estudio (pueden estudiar hasta ocho horas diarias) reciben una rebaja de un día en la condena, además de algunas becas económicas y kits de limpieza (Fuente: El Universal).

El modelo ha servido de ejemplo a otros países. Gran Bretaña promete que proporcionará instrumentos e impatirá clases a pequeños pobres, Escocia aplica un plan piloto y en Los Ángeles anuncian que en octubre de 2008 tendrían su agrupación (Fuente: Bitácora Cultural).

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